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Liturgia de la Palabra 1. Lecturas. Son lecturas de la Sagrada Escritura, de la Historia de la Salvación. En ellas Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la redención y la salvación, y el mismo Cristo, por su palabra, se hace presente en medio de los fieles. No es una evocación de palabras pronunciadas en el pasado, es una memoria que actualiza lo que se recuerda, haciéndola eficaz, en el momento de su proclamación, a aquellos a quienes se dirige. ¿Cómo se leen? El lector se dirige al ambón y los fieles se sientan. No se dice "Primera lectura" o "Segunda lectura", sino que se lee directamente. La lectura ha de hacerse despacio, pues los oídos internos son más lentos que los externos. Terminan con la expresión: “Palabra de Dios”. Esto no es una aclaración, sino una confesión de fe. Todas estas lecturas, lo mismo que el Salmo Responsorial que viene a continuación, se realizan desde el ambón. Evangelio. El diácono o el sacerdote lee el Evangelio, que los fieles escuchan de pie. Se inicia con el saludo y en algunos casos con la incensación. Al comienzo todos realizan la señal de la cruz en frente, labios y pecho. 2. Cantos Interleccionales. Los cantos antes del Evangelio son de tres tipos: • El Salmo Responsorial. Es un poema en respuesta a la Palabra de Dios, relacionada con la primera lectura. Es un texto bíblico por el que Dios habla a su pueblo. La Iglesia recuerda que sustituir ese salmo por cualquier canto sería empobrecer la Liturgia de la Palabra: "Sería antipedagógico transformar la Misa en un festival de canciones que nada tiene que ver con la acción litúrgica" (Directorio, nº 41). Lo ideal sería cantarlo, al menos en los tiempos fuertes. • Aleluya. Procede del hebreo (Ale-lu-Yah), cuyo significado es: "Alaben a Yahvé, el Señor". Se canta siempre, salvo en Cuaresma. • Secuencias. Se rezan cuatro, que son una continuación del Aleluya: Victimae Paschali (octava de Pascua), Veni Creator Spiritus (Pentecostés), Lauda Sion (Corpus Christi) y Stabat Mater (Virgen de los Dolores). 3. Homilía. Esta palabra viene de un verbo griego que significa conversar. Es una conversación del sacerdote o del diácono, con su comunidad, que comenta la Palabra de Dios dentro de la Liturgia, a partir, fundamentalmente, de las lecturas que se han escuchado y de la situación que vive la comunidad. Puede también tratarse de algún aspecto de la celebración. Se debe pronunciar siempre los domingos y días festivos. Tanto el que predica como la asamblea deben ser oyentes y servidores humildes de la Palabra de Dios. ¿Qué fin tiene? Ayudar a los fieles, a los hermanos en la fe, a captar el mensaje que las lecturas transmiten hoy y ahora, ayudándoles en sus necesidades y alentándoles a responder a sus exigencias. ¿Quién puede decir la homilía? El Directorio (nº 41) establece: “la homilía corresponde al sacerdote o diácono. En la celebración litúrgica no debe ser pronunciada por laicos”. 4. Credo. “Creo en un solo Dios, Padre poderoso, Creador del Cielo y la tierra...”. Es una profesión de fe que recita la comunidad. También se llama Símbolo, que significa "señal por la que a uno se le reconoce". Al cristiano se le reconoce por la profesión de fe. ¿Por qué se reza de pie? Porque estar de pie significa firmeza en la fe y un deseo de poner en práctica, con hechos, esa fe que se proclama. 5. Oración de los fieles. La Oración de los fieles, también llamada Oración común, Oración o Plegaria Universal. Consta de una introducción y de unas peticiones de carácter universal, y también local: • Por las necesidades de la Iglesia Universal. • Por las necesidades de la sociedad, por los gobernantes de las naciones, de las personas, por la salvación del mundo. • Por los que sufren cualquier necesidad. • Por la comunidad local. Las peticiones pueden ser leídas por una o varias personas y han de estar preparadas y escritas. Pueden amoldarse a las diversas situaciones que se celebren.