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EVANGELIO DEL MARTES SÉPTIMO ORDINARIO, 021 DE MAYO 2013: Mc 9, 30-37: "EL DOLOR TIENE SENTIDO TODOS LOS DÍAS". Jesús empieza una nueva tarea: educar a sus discípulos en torno a la cruz, el camino de nuestra salvación. Acaba de bajar del monte de la Transfiguración, donde le acompañaron Pedro, Santiago y Juan. Ahí Jesús se les apareció charlando con Moisés y Elías sobre la necesidad de la pasión y resurrección. A partir de ahí, Jesús busca estar más a solas con sus discípulos para enseñarles el sentido de su misión, que pasa por el camino del dolor. Tarea difícil para un maestro que cuenta con unos rudos discípulos. EL HIJO DEL HOMBRE TIENE QUE PADECER. Jesús nos instruye, al igual que a sus discípulos, en lo mismo: Hay que padecer. El dolor es necesario en la vida. Nos cuesta entender esta realidad que es parte de nuestra vida. Nos cuesta además, porque el mundo nos dice lo contrario, y en la misma línea va nuestra propia comodidad. Por eso Jesús quiere en la intimidad no sólo enseñarnos esta realidad, sino también por qué es necesario el dolor. No basta que lo vivamos así nomás. Se requiere llevar en el corazón la profunda razón del mismo dolor, a fin de vivirlo en plenitud. Y hay oportunidades que Dios aprovecha en nuestras vidas para darnos a entender las razones del dolor. SI QUIERES TENER ÉXITO TE TOCA ESFORZARTE. Pero en la vida también somos capaces de entender que todo proyecto, si quiere terminar en éxito, necesita del esfuerzo y de la lucha de cada día. Como que es fácil entenderlo... pero eso de llevarlo a la práctica... Sólo es posible para el que pone alma y corazón, para el que no se queda en la superficie de la vida, para el que descubre que detrás de cada actividad hay un porqué vivirla. EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO QUE SIRVA. Y Jesús va más adelante como buen pedagogo para dar a sus discípulos otra lección, porque andaban discutiendo y peleando por los puestos. Aspecto muy humano en unos discípulos todavía tiernos en el aprendizaje de seguir a Jesús, como nos pasa también muchas veces a nosotros. Jesús, en el fondo, nos da la razón profunda de la vida, que no es una oportunidad para ser servido sino para servir. ¡Y servir en el nombre del Señor! No se trata de servir por servir. Es en Dios y por Dios que el servicio tiene su sentido. San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia Sermón para la consagración de un obispo, n°32; PLS 2, 637 Como todo cristiano, "servidor de todos". Aquel que gobierna al pueblo debe entender ante todo que él es el servidor de todos. No debe desdeñar su servicio... ya que el Señor de los Señores (1Tim 6,15) nunca desdeñó ponerse a nuestro servicio. Esta impureza de la carne que se vislumbra entre los discípulos de Cristo como un deseo de grandeza; el humo del orgullo que les nublaba la vista. De hecho, podemos leer: "Una disputa surge entre ellos para saber quién era el más grande" (Lucas 22,24). Pero el Señor sanador estaba ahí; él reprimió sus ínfulas... Él les mostró el ejemplo de humildad en un niño... Porque el orgullo es un gran mal, el primer mal, el origen de todo pecado... Por ello el apóstol Pablo recomienda, entre otras virtudes de los responsables de la Iglesia, la humildad (1Timoteo 3,6)... Cuando el Señor hablaba del ejemplo del niño: "El que quiera ser el más grande entre vosotros, que sea vuestro servidor" (Mateo 20,26)... Les hablo como obispo y mis advertencias me dan miedo a mí mismo... Cristo vino a la tierra "no para ser servido, sino para servir, y dar su vida para saldar la deuda de una multitud" (Marcos 10,45). Así fue como él sirvió, así es el tipo de servidor que nos ordena ser. Él dio su vida, él nos redimió. ¿Quién entre nosotros puede redimir a alguien más? Nos redimió de la muerte con su muerte, con su sangre. A nosotros que estábamos dispersos por la tierra, él nos levantó con su humildad. Pero nosotros también debemos poner de nuestra parte para sus miembros, porque nosotros fuimos hechos sus miembros. Él es la cabeza, nosotros el cuerpo (Efesios 1,22). Y el apóstol Juan nos exhorta a imitarlo: "Cristo dio su vida por nosotros; nosotros también debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos" (1Juan 3,16). Si aprendiéramos el arte de servir, que es el arte de amor en cada servicio que hacemos, nuestras vidas serían muy diferentes. ¡Agarremos la onda de Dios, la onda del sentido del dolor, de nuestro dolor, el de cada día! ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C. PONGO MI LINK DE FACEBOOK, por si alguno quiere hacer algún comentario o quiere contactarme y pedirme como amigo: Link: https://www.facebook.com/salvador.gomezgonzalez.1