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Job parece abrir la puerta al concepto neotestamentario de la gracia, al plantear que Dios está más allá de la misma Ley y de las interpretaciones que los hombres hicieron de ella en momentos específicos. Ese concepto nos lleva a confiar en Dios en cualquier circunstancia. No ganamos nada con tratar de entender el porqué de la dificultad. A veces el justo sufre sin saber por qué, de ahí que sea importante aprender a dejarlo todo en las manos de Dios. Por otro lado, este magistral libro, nos deja ver que Dios no está amarrado ni a este mundo, ni a su pueblo, ni al concepto que tengamos de la naturaleza divina. Dios es libre y soberano. Ante su grandeza nos sentimos empequeñecidos. Como Job, no hallamos más remedio que rendirnos a Él con humildad. El libro no termina sin recalcar que Dios es bueno y justo en todos sus tratos. Al final restauró a Job y hasta le dio más de lo que antes tenía. Si permanecemos fieles, a la postre Dios siempre disipa las tinieblas de nuestra existencia con la luz de su presencia.