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EVANGELIO DEL SÁBADO SÉPTIMO DE PASCUA, 23 DE MAYO 2015: Jn 21, 19-25: "LA META, LOS CELOS Y EL FIN". Un título extraño pero que revela claramente lo que está pasando en el diálogo entre Jesús y Pedro después de que Jesús le pregunta por tres veces: ¿Me amas? Un diálogo que termina en la conversión de Pedro y en la invitación clara a seguir a Jesús por el mismo camino. DEJA LOS CELOS AL BORDE DEL CAMINO. En el contexto, Jesús acaba de hacerle a Pedro las tres preguntas claves: ¿Me amas? Y al terminar esa íntima conversación, Jesús invita a Pedro para que le siga. Y en eso también Juan viene detrás. Pedro se da cuenta y como que le entran celos. Y Jesús viene a decirle: "Si se trata de seguirme, deja a un lado los celos". En el seguimiento del Señor los celos no tienen cabida, pero tampoco en ninguna parte. En el fondo, Jesús está diciéndonos que a cada uno nos ama y no nos ama en masa, sino a cada uno personalmente. Y cuando alguien ama a Jesús, o es amado por Jesús, no está robándonos nada, ni estamos perdiendo nada del amor que Jesús nos da... ¡Esto es bien importante asimilarlo! En el Corazón de Dios todos cabemos, sin menoscabo de amor en nadie. Y cuando los celos se dan, ¿qué es lo que nos enseñan? Claramente son un peligro. Si nos dejamos llevar por ellos, nos estamos poniendo como centro del universo, y nos estamos olvidando de que Dios es nuestro único centro. Dios nos ama a cada uno muy personalmente. ES MÁS IMPORTANTE LA META. Cuando en la vida andamos buscando dejar una imagen, buscando que nos tengan en cuenta, preocupados por lo que se diga de nosotros, o buscando que se hable bien de nosotros, en el fondo desorientamos nuestra vida. Dios sólo quiere que le busquemos a Él, que nos preocupemos, en todo caso, por lo que Él está esperando de nosotros: vernos llegar a la meta. Por eso, Pedro recibe la lección de las lecciones, al escuchar de Jesús: «Si yo quiero que éste (el apóstol Juan) permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti qué te importa?». Se corría el chisme de que el apóstol Juan no iba a morir, aunque no era eso lo que Jesús había dicho. Y frente a este comentario, al fin y al cabo chisme, Jesús nos recalca que sólo debemos preocuparnos por lo que Dios espera y piensa de nosotros. ¡Cuánta sencillez en nuestra vida con sólo buscar agradar a Dios en todo momento! Ésta sí que es una buena onda, como todas las que Papá Dios nos va siempre participando! ¡Si las agarráramos! JESÚS ES LA META, EL CAMINO Y EL EJEMPLO. Jesús nos da ejemplo y las pocas cosas que encontramos en el Evangelio nos bastan para seguirle. De Jesús aprendemos el ejemplo de sólo buscar agradar al Padre. Toda otra preocupación debe quedar fuera, y descartada por completo. Si el Evangelio nos hubiera dejado más cosas sobre Jesús, no sería tan breve como es. Pero, Jesús sólo ha querido que en el Evangelio quedara lo esencial para nuestra salvación. Así que manos a la obra. Jesús es la Meta, el Camino y ahí, en el Evangelio, tenemos el ejemplo a seguir. San Agustín (354-430), Sermón sobre el evangelio de Juan, nº 124, 5-7; CCL 36,685 «Pedro y Juan, de la acción a la contemplación». La Iglesia conoce dos vías preconizadas y recomendadas por Dios. Una es en la fe, la otra es la misión; una en la peregrinación del tiempo, la otra en la permanencia de la eternidad; una en el trabajo, la otra en el descanso; una en el camino, la otra en la patria; una en el esfuerzo de la acción, la otra en el esfuerzo de la contemplación...La primera está figurada en el Apóstol Pedro, la segunda en Juan. La primera se desarrolla enteramente aquí abajo hasta el fin de los siglos, y entonces tendrá fin. La segunda no encontrará su plenitud más que al fin de los siglos, y en el mundo venidero, no tendrá fin. Por eso Jesús dice a Pedro: "Sígueme", y a propósito de Juan: "Si quiero que él se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?, Tú sígueme"... Que tu actuar me siga de manera perfecta y modelada en el ejemplo de mi pasión; que la contemplación comenzada permanezca hasta mi regreso: será perfecta cuando yo regrese. Porque sigue a Cristo, este fervor hay que mantenerlo hasta la muerte, ha de permanecer hasta su retorno, y entonces este conocimiento será manifestado en plenitud. Aquí en el país de los mortales, hay que aguantar los sufrimientos de este mundo; allí, contemplaremos los bienes del Señor en el país de los que viven. Que nadie separe a estos dos apóstoles, pues todos estamos representados en los dos: lo que Pedro simboliza y Juan representa. ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C. PONGO MI LINK DE FACEBOOK, por si alguno quiere hacer algún comentario o quiere contactarme y pedirme como amigo: Link: https://www.facebook.com/salvador.gomezgonzalez.1