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EL PROTOEVANGELIO DE SANTIAGO COMENTARIO El autor del Protoevangelio de Santiago se centra en los acontecimientos que, supuestamente, tuvieron lugar desde la adolescencia de la Virgen María hasta el nacimiento de Jesús. El título con el que es conocido en la actualidad fue acuñado por primera vez por el humanista francés Guillermo Postel, quien hizo una traducción latina de este evangelio. Postel, al ver que era leído con frecuencia en diversas iglesias de Oriente, creyó que se trataba de un evangelio canónico y lo tomó por el prólogo del evangelio de San Marcos. Esta idea no es descabellada, pues la narración, si se antepone a dicho evangelio, parece llenar un hueco que le falta al contarnos infinidad de detalles de los acontecimientos anteriores al nacimiento de Jesús, principalmente de María y José. Sin embargo, Orígenes lo conocía por el nombre de “Libro de Santiago”, el cual algunos autores creen más apropiado. El supuesto autor del texto es Santiago el Menor, hermano del Señor, aunque en realidad no sabemos quien fue, ya que puede haber sido firmado con este nombre para dar mayor credibilidad a su relato. La antigüedad del texto no se sabe con exactitud, pero muy probablemente fue escrito hacia el año 150 de nuestra Era. El texto consta, principalmente, de tres partes bien definidas: 1º Cuenta la vida de María (remontándose hasta sus padres y citando, incluso, sus nombres: Joaquín y Ana) hasta el nacimiento de Jesús. 2º El nacimiento de Jesús y todo lo milagroso que sucede a su alrededor. 3º La matanza de los Inocentes y El asesinato de Zacarías. Un libro que, sin duda, ha ejercido una influencia enorme en la sociedad a través de todos los tiempos. CAPÍTULO 1: DOLOR DE JOAQUÍN Consta en las historias de las doce tribus de Israel que había un hombre llamado Joaquín, rico en extremo, el cual aportaba ofrendas dobles, diciendo: El excedente de mi ofrenda será para todo el pueblo, y lo que ofrezca en expiación de mis faltas será para el Señor, a fin de que se me muestre propicio. Y, habiendo llegado el gran día del Señor, los hijos de Israel aportaban sus ofrendas. Y Rubén se puso ante Joaquín, y le dijo: No te es lícito aportar tus ofrendas el primero, porque no has engendrado, en Israel, vástago de posteridad. Y Joaquín se contristó en gran medida, y se dirigió a los archivos de las doce tribus de Israel, diciéndose: Veré en los archivos de las doce tribus si soy el único que no ha engendrado vástago en Israel. E hizo perquisiciones, y halló que todos los justos habían procreado descendencia en Israel. Mas se acordó del patriarca Abraham, y de que Dios, en sus días postrimeros, le había dado por hijo a Isaac. Y Joaquín quedó muy afligido, y no se presentó a su mujer, sino que se retiró al desierto. Y allí plantó su tienda, y ayunó cuarenta días y cuarenta noches, diciendo entre sí: No comeré, ni beberé, hasta que el Señor, mi Dios, me visite, y la oración será mi comida y mi bebida. CAPÍTULO 2: DOLOR DE ANA