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Cuarto libro de ESDRAS - APOCALIPSIS DE ESDRAS CAPÍTULO 1 Segundo libro del profeta Esdras, hijo de Sario, de Azareo, hijo de Elquías, hijo de Salamo, hijo de Sador, hijo de Acitob. Hijo de Aquías, hijo de Fineo, hijo de Helí, hijo de Amerás, hijo de Azicus, hijo de Marimot, hijo de Arna, hijo de Ozías, hijo de Borit, hijo de Abiseo, hijo de Fineo, hijo de Eleazar. Hijo de Arón, de la tribu de Leví, que estuvo cautivo en el país de los Medos, bajo el reinado de Artajerjes, rey de los Persas. El Señor me dirigió la palabra con estos términos. Ve y anuncia a mi pueblo sus fechorías, las faltas que ha cometido contra mí, para que las anuncien a los hijos de sus hijos. Los pecados de sus padres se han acrecentado en ellos; me han olvidado y han sacrificado a dioses extranjeros. ¿No los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud? Pero ellos mismos me han irritado y han despreciado mis avisos. Arranca los cabellos de tu cabeza, arrójales todos los males a ellos; porque no me han escuchado: es un pueblo rebelde. ¿Hasta cuándo los sostendré, yo que les he colmado con tantos beneficios? Por su causa he derribado a muchos reyes; he golpeado a Faraón con sus servidores y todo su ejército. He destruido todas las naciones ante su faz; en Oriente he dispersado el pueblo de dos provincias, Tiro y Sidón, y he exterminado a todos sus adversarios. Háblales y diles: He aquí lo que dice el Señor. Os he hecho atravesar el mar; os he mostrado fortalezas; os he dado por jefe a Moisés y por sacerdote a Arón. Os he proporcionado luz con una columna de fuego; he hecho grandes milagros en vosotros: me habéis olvidado, dijo el Señor. Palabras del Todopoderoso: La codorniz ha sido un signo para vosotros; os he dado campos para protegeros, y allí habéis murmurado. No es en mi nombre que habéis triunfado en la pérdida de vuestros enemigos, pero entonces habéis murmurado. ¿Dónde están los beneficios que de mí habéis recibido? ¿Acaso no gritabais hacia mí cuando teníais hambre y sed en el desierto, diciendo: ¿Por qué nos has traído a este desierto para hacernos perecer? Más nos habría valido ser esclavos de los egipcios que morir en esta soledad. Tuve piedad de vuestros gemidos; os di maná como alimento: habéis comido el pan de los ángeles. Cuando teníais sed, ¿acaso no he hendido la piedra? ¿No han manado las aguas hasta la saciedad? Os he protegido con hojas de los árboles contra el calor. Os he repartido tierras fértiles, ante vuestra faz he abatido a los cananeos, los fereteos y los filisteos. ¿Qué haré aún por vosotros? dijo el Señor. Palabras del Todopoderoso: Cuando estabais en el desierto, cerca del río de la amargura, alternados y maldiciendo mi nombre, no lancé el fuego contra vosotros a cambio de vuestras blasfemias, sino, enviando madera en el agua, he hecho con ella un río de agua dulce. ¿Qué te haré, Jacob? ¡No has querido obedecerme, Judá! Me dirigiré a otras naciones, les daré mi nombre para que guarden mis leyes.