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LIBRO HEBREO DE AJICAR 1 Estas son las palabras del llamado Ajicar, escribano sabio y experto, que instruyó a su hijo Nadín. Nadín era el hijo de su hermana, pero dijo: Ciertamente él será mi hijo. Antes de sus palabras, Ajicar se había engrandecido y era consejero de toda Asiria y portador del sello de Senaquerib, rey de Asiria. Y dijo: Hijos no tengo. A mis consejos y mis palabras se atenían Senaquerib, rey de Asiria; luego murió Senaquerib, rey de Asiria, y se alzó el llamado Asarhaddón, su hijo, y fue rey de Asiria en lugar de Senaquerib su padre. Entonces dije: Anciano soy, ¿quién será para mí como un hijo que me siga, para sucederme a mi muerte, y quién será escribano y portador del sello de Asarhaddón, el rey, como lo he sido yo mismo de Senaquerib, rey de Asiria?. Seguidamente yo, Ajicar, tomé al llamado Nadín, el hijo de mi hermana, y lo crié y lo instruí, multipliqué (mis) favores y lo coloqué conmigo a la puerta del palacio ante el rey, entre sus cortesanos. Lo presenté ante Asarhaddón, rey de Asiria, y le hablaba sabiamente en todo lo que le preguntaba. Entonces lo amó Asarhaddón, rey de Asiria, y dijo: “¡Larga vida tenga Ajicar, “el escriba sabio, consejero de toda Asiria, que ha designado como hijo suyo, no teniendo hijos, al hijo de su hermana!. Cuando hubo hablado así el rey de Asiría, me postré y me incliné yo, Ajicar, ante Asarhaddón, rey de Asiria. Y en los días siguientes, yo, Ajicar, al ver favorable el rostro de Asarhaddón, rey de Asiria, tomé la palabra y dije ante el rey: “Yo he servido al rey Senaquerib, tu padre, que fue rey antes que tú. 2 Yo soy viejo. No puede servir a la puerta de palacio ni hacer mi trabajo para ti. He aquí que el llamado Nadín, mi hijo, ha crecido; que me sustituya como escriba y consejero de toda Asiria, y que él sea para ti portador del sello; además le he enseñado mi sabiduría y mi consejo. Contestó Asarhaddón, el rey de Asiria, y me dijo: “¡Efectivamente, que sea así!, que tu hijo sea para mí escribano y portador del sello en tu lugar; que él haga tu trabajo para mí. Entonces yo, Ajicar, cuando hube oído la palabra dada, me marché a mi casa, y me quedé tranquilo en mi casa, “pues este hijo mío que crié y que he colocado a la puerta del palacio ante Asarhaddón, rey de Asiria, entre sus servidores —me dije— “él buscará mi beneficio en correspondencia de lo que he hecho por él. Entonces el hijo de mi hermana, al que yo crié, urdió contra mí la maldad, y dijo en su corazón: “Ciertamente palabras como estas puedo yo decir: 'Ese Ajicar, el anciano, que fue portador del sello del rey Senaquerib, tu padre, él mismo ha soliviantado al país contra ti, pues es consejero y escribano sabio, y a su consejo y a sus palabras se atenía toda Asiria'. Entonces Asarhaddón se encolerizará mucho al escuchar las palabras que yo le habré dicho, y matará a Ajicar. Seguidamente, cuando mi hijo, que no era hijo mío, hubo planeado tal mentira contra mi 3 Entonces montó en cólera Asarhaddón, rey de Asiria, y dijo: “¡Que venga a mí Nabusumiskun, uno de los oficiales de mi padre, que comió el pan de mi padre! (Y le) dijo el rey: “Buscarás a Ajicar. En el sitio donde lo encuentres lo has de matar. Si este Ajicar, el anciano, es un escribano sabio y consejero de toda Asiria, ¿por qué solivianta el país contra nosotros?. Seguidamente, cuando hubo hablado así el rey de Asiria, nombró con él a otros dos hombres para ver cómo se llevaba a cabo (esto). Marchó este oficial Nabusumiskun, montando un caballo suyo rápido, y con él esos dos hombres. Al cabo de otros tres días, él junto con los otros hombres que estaban con él me vieron mientras yo caminaba por entre las viñas. Cuando me vio ese oficial Nabusumiskun, en seguida rasgó sus vestiduras, se lamentó, y dijo: “¿Eres tú el escriba sabio y el poseedor de buenos consejos que fue varón justo y a cuyo consejo y palabra se atenía toda Asiria? Se ha portado mal contigo el hijo que criaste y pusiste a la puerta del palacio. Él te ha arruinado: un mal pago ha sido esto. Entonces yo, Ajicar, tuve miedo ciertamente. Respondí y dije a ese oficial Nabusumiskun: “Verdaderamente yo soy Ajicar el que tiempo atrás te salvó de una muerte inmerecida cuando Senaquerib, el padre de este rey Asarhaddón, montó en cólera contra ti queriéndote matar. Entonces te llevé a mi casa. Allí te estuve sustentando.