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El cuidador de un faro recibía aceite una vez al mes, para mantener la llama del faro ardiendo. Una vecina le pidió aceite para calentar su casa. Un padre necesitaba aceite para su lámpara y alguien más necesitó aceite para lubricar una rueda. Cerca de fin de mes el faro se apagó y varios barcos se estrellaron. Al cuidador le recriminaron: “Se te da el aceite por una sola razón: queremos mantener el faro ardiendo”. ¿Sabes para qué se te dio el aceite a ti?
EN VERDAD ME ESTÁS INSPIRANDO A NO SEGUIR CON JONÁS ALGUNO EN MI BARCA.
GRACIAS A DIOS DOY POR TU VIDA, PASTOR DE LOS JÓVENES DE CORAZÓN.