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Para revestir el amito, el sacerdote debe de colocarlo primero sobre su cabeza, luego lo baja a sus hombros. Lo amarra por la cintura y se lo ajusta en el alzacuellos para que no se vea. Mientras el sacerdote se reviste con el amito dice la siguiente oración: Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabolicos incursus. Lo que puede traducirse como “Pon, Señor, sobre mi cabeza el casco de salvación, para rechazar los asaltos del enemigo”.