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En el hinduismo hay diversidad de creencias, pero básicamente los hinduistas creen que detrás del universo visible (maia) ―al que atribuyen ciclos sucesivos de creación y destrucción― está el principio que sostiene el universo: Brahman, el Absoluto que, considerado a través del velo de Māyā, es Dios (Īśvara). Abandonar el ciclo de rencarnaciones (samsara) y retornar al principio divino, constituye el mayor de todos los logros para los hinduistas. Este Dios puede ser considerado personal o impersonal. La adoración personal constituye el bhakti (la devoción), y la adoración impersonal implica gñana (la sabiduría). En la corriente hinduista impersonal, Dios es denominado Brahman. Todos los demás seres son su expresión, por lo que se le considera principio del universo. Esta visión puede ser llamada monismo. Hay que diferenciar que el Brahman impersonal es el aspecto no personificado de Dios, y es distinto de Brahmá, quien es el creador de este universo, pero no el Dios único. Brahmá es un alma encarnada muy elevada que ocupa temporalmente ese puesto dentro del mundo material, pero que puede caer de su lugar y ser reemplazado por otra entidad. Según la complejidad de cada universo, el Brahmá creador puede tener distinto número de cabezas, hasta mil. Una de las características principales del hinduismo es el variado concepto acerca de ishta dévata ([cualquier] deidad adorable). Reconoce que cualquier persona puede tener una concepción personal de la Divinidad, igualmente respetable, ya que Dios puede tener todas las formas, y finalmente las trasciende. De ahí la infinitud de representaciones de la Divinidad. Pero finalmente Dios es uno, aunque sus manifestaciones sean infinitas. En textos occidentales llegó a hacerse popular la tríada hinduista, llamada Trimurti (‘tres formas [de Dios]’: los dioses masculinos Brahmá, Visnú y Shiva), pero generalmente nadie adora a esa tríada. Muchos hinduistas adoran a la diosa Durgá (conocida por algunos por uno de sus aspectos como Kali), pero también a un gran número de otros dioses, incluidos dioses comarcales. La filosofía es el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje. Al abordar estos problemas, la filosofía se distingue del misticismo, el esoterismo, la mitología y la religión por su énfasis en los argumentos racionales por sobre los argumentos de autoridad,5 y de la ciencia porque generalmente realiza sus investigaciones de una manera no empírica,6 sea mediante el análisis conceptual,7 los experimentos mentales,8 la especulación u otros métodos a priori, aunque sin desconocer la importancia de los datos empíricos. La filosofía occidental ha tenido una profunda influencia y se ha visto profundamente influida por la ciencia, la religión y la política occidentales.9 10 Muchos filósofos importantes fueron a la vez grandes científicos, teólogos o políticos, y algunas nociones fundamentales de estas disciplinas todavía son objeto de estudio filosófico. Esta superposición entre disciplinas se debe a que la filosofía es una disciplina muy amplia. La invención del término «filosofía» se suele atribuir al pensador y matemático griego Pitágoras de Samos,11 aunque no se conserva ningún escrito suyo que lo confirme.12 Según la tradición, hacia el año 530 a. C., el tirano León trató de sabio (σοφóς) a Pitágoras, el cual respondió que él no era un sabio, sino alguien que aspiraba a ser sabio, que amaba la sabiduría, un φιλο-σοφóς: Admirado León de la novedad del hombre, le preguntó a Pitágoras quiénes eran, pues, los filósofos y qué diferencia había entre ellos y los demás; y Pitágoras respondió que le parecían cosas semejantes la vida del hombre y la feria de los juegos que se celebraba con toda pompa ante el concurso de Grecia entera; pues, igual que allí, unos aspiraban con la destreza de sus cuerpos a la gloria y nombre que da una corona, otros eran atraídos por el lucro y el deseo de comprar y vender. Pero había una clase, y precisamente la formada en mayor proporción de hombres libres, que no buscaban el aplauso ni el lucro, sino que acudían para ver y observaban con afán lo que se hacía y de qué modo se hacía; también nosotros, como para concurrir a una feria desde una ciudad, así habríamos partido para esta vida desde otra vida y naturaleza, los unos para servir a la gloria, los otros al dinero, habiendo unos pocos que, despreciando todo lo demás, consideraban con afán la naturaleza de las cosas, los cuales se llamaban afanosos de sabiduría, esto es, filósofos. Según Pitágoras, la vida era comparable a los juegos olímpicos, porque en ellos encontramos tres clases de personas: las que buscan honor y gloria, las que buscan riquezas, y las que simplemente buscan contemplar el espectáculo, los filósofos. El Hinduismo, Análisis, Filosofía