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No puedes ser arrogante con Dios, Él mira de lejos al altivo. Satanás quiso ser igual a Dios y fue echado del cielo. Dios se acerca al humilde, para Él es agradable estar con una persona humilde de corazón. Muchas veces la arrogancia la quieren maquillar con religiosidad, pero para el Reino de Dios vale más un corazón sencillo. Lo primero que debemos pedir es la humildad de Jesús, si quieres orar como Jesús debes hacerlo con un corazón quebrantado. Jesús cuando oraba al Padre lo pedía con humildad. Hebreo 5:7: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” Nunca Jesús dio orden de autoridad a su Padre para que respondiera su petición a pesar que era el Hijo de Dios. Jesús vino a la tierra en condición de hombre y siempre oraba con ruego y gran clamor. Efesios 5:27: “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Todos estamos en los días de la carne y es por eso que debemos aprender como actuaba Jesús en cada momento. Para que nuestra oración se convierta en un clamor debe haber un profundo ruego y una firme relación con Dios. Fue necesario que Jesús pasara por la cruz para así poder cumplir el mandato de Dios. La oración de ruego es más eficaz ya que la misma tiene el tópico de la urgencia y viene conectada con el alma. Cuando tu alma está alineada con esa necesidad del ruego y la haces con intensidad, la misma es escuchada por Dios. Las oraciones que Jesús hizo con ruego provenían de una revelación del cielo. Las oraciones que están conectadas con el alma y al espíritu reciben respuestas positivas, pues son profundas. De allí la importancia de orar efectivamente. Juan 17:9-11: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” Debes orar conectado a lo que ruegas. Para que salga que de tu oración salga un ruego tiene que haber humildad, para que tu oración sea un clamor tiene que haber urgencia. La oración que Jesús hacia era con urgencia y con la seguridad absoluta de lo que oró, llegaría. Es necesario aprender la disciplina de orar con amor y fervor por otra persona, así como lo hacemos por nosotros mismos. Debemos llegar a esa madurez de la oración por otros y amar a nuestros enemigos. Solo Jesús es el único que puede amar aquellos que lo menospreciaron, odiaron y mataron e incluso murió por ellos para que fuesen salvos. Jesús se refería al sistema del mundo, es por eso que Él dijo que rogaba por ellos. Muchas personas salieron del sistema religioso, pero ellos nos han permitido que ese sistema salga de ellos. Nosotros no somos del sistema del mundo. La gente de Jesús no es propiedad del sistema. Somos de Él, Jesús no es un sistema, Él es la vida. ¡Entra en el sistema del mundo, léudalo y cámbialo! Hay que orar por 30 millones de venezolanos que van a recibir a Jesús en los próximos años. ¡Es un honor hablar de Jesús!