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Dios muchas veces llama a hombres de Dios a predicarle a un pueblo que no tiene esperanza, que está pasando por una situación difícil. Venezuela está pasando por dificultades, pero Dios siempre levanta a gente para llevar una palabra de esperanza contra la desesperanza. Lo único que nos puede llenar de esperanza en medio de la adversidad, es oír y creer la Palabra de Dios. ¿Si no estás esperando algo bueno, cómo podrás tener fe? No podemos permitir que nuestro país pierda la esperanza, tenemos que llevar el mensaje de Jesús a todas las comunidades. Ezequiel 37:4 "Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová." Cuando se predica la Palabra de Dios, se trae la Resurrección y Vida de Jesús. No perdamos la esperanza, Dios no ha dejado a Venezuela, el Espíritu Santo se está moviendo porque una Iglesia está orando y predicando. Ezequiel 37:10 “Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.” Dios está levantando un ejército de valientes para que prediquen su Palabra le hablen a los valles de huesos secos. Ezequiel 37: 12 “Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.” Dios tiene el poder de resucitar lo que está muerto porque Jesús es la Resurrección y la Vida. ¿Cuál es tu sepulcro? Tu matrimonio, una sanidad o tu familia. Dios les devolverá la vida. Esa adversidad la usa Dios para formarte y desarrollarte. Le queda poco tiempo a tu problema, aunque proclamemos y veamos que la situación es difícil, vienen un milagro de parte de Dios. Cuando un pueblo se une a orar por un país, suceden milagros. Un país puede tenerlo todo, pero si no tienen el Espíritu de Dios no tiene vida. Empieza a hablar la Palabra de Dios a lo que habías visto morir, Dios lo resucitará. Tienes hoy la oportunidad de resucitar tu fe, confía que vendrán tiempos de gloria para tu vida. ¡Toda angustia precede a un milagro!