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Una colonia de gatos que vivía enseguida de una iglesia de Bucaramanga fue víctima de una masacre. Los animalistas de la ciudad culpan al cura, que alguna vez habló mal de las mascotas, pero ahora buscan quién adopte a los sobrevivientes porque el lugar en el que han crecido será sede de un hogar geriátrico. Qué tal esto.