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Marcos 1: 21-45 21 Y entraron en Capernaum; Y en seguida, el día de reposo entró en la sinagoga, enseñaba. 22 Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu impuro; y clamó, 24 Diciendo: Déjanos; ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. 25 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. 26 Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando a gran voz, salió de él. 27 Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta? que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen. 28 Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea. 29 Y luego, cuando se salen de la sinagoga, entró en casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. 30 Y la suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y luego la que le hablaron de ella. 31 Y vino, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía. 32 Y por la tarde, cuando fué el sol, le trajeron todos los enfermos a él, y los que estaban endemoniados. 33 Y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34 Y san a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. 35 Y por la mañana, levantándose muy de mañana, salió, y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. 36 Y Simón, y los que estaban con él lo siguieron. 37 Y cuando le habían encontrado, que le dijo: Todos te buscan. 38 Y él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. 39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios. 40 Y vino a él un leproso, rogándole, y arrodillándose delante de él, y le decía: Si quieres, puedes limpiarme. 41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. 42 Y tan pronto como él había hablado, la lepra se fue de él, y quedó limpio. 43 Y él le mandó rigurosamente, y al instante le enviaron con las manos; 44 Y le dice: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para testimonio a ellos. 45 Mas él salido, comenzó a publicarlo mucho, ya divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos, los cuales vinieron a él de todas partes.