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El milagro de Jesús (la paz sea con él) En el capítulo 19, titulado “María”, leemos nuevamente acerca de la historia de esta singular mujer: “Y narra [¡oh, Muhammad!] la historia de María que se menciona en el Libro [el Corán], cuando se apartó de su familia para retirarse a un lugar al este. Y puso un velo para apartarse de la vista [mientras adoraba a Dios] de los hombres de su pueblo. Entonces le enviamos Nuestro espíritu [el ángel Gabriel], quien se le presentó con forma humana. Ella dijo: Me refugio de ti en el Clemente, si es que temes a Dios. Le dijo: Soy el enviado de tu Señor para agraciarte con un hijo puro. Ella dijo: ¿Cómo he de tener un hijo si no me ha tocado ningún hombre ni soy una indecente? Así será, le respondió, pues tu Señor dice: Ello es fácil para Mí. Y lo convertiremos en un signo para la humanidad y una misericordia. Es un asunto decidido. Lo concibió, y decidió retirarse a un lugar apartado”. (Corán 19:16-22) Por la descripción coránica de los eventos, podemos deducir que María pasó la mayor parte de su embarazo sola. Lo que le sucedió a ella durante este período no está mencionado en el Corán. El Corán toma la historia de María a partir del momento en que comienza sus labores de parto. “Los dolores de parto la llevaron junto al tronco de una palmera. Exclamó: Preferiría haber muerto antes de esto, y así se me hubiera olvidado completamente. Entonces [el Ángel] la llamó desde abajo [del valle]: No te apenes, tu Señor ha hecho fluir debajo de ti un arroyo”. (Corán 19:23-24) Dios, conociendo la reacción de la sociedad, la guio sobre cómo tratar con ello: “Sacude el tronco de la palmera y caerán sobre ti dátiles maduros y frescos”. (Corán 19:25) Cuando ella regresó a su gente con Jesús, ellos le preguntaron, y como el bebé estaba en sus brazos, él mismo les respondió. El Corán describe la escena en detalle: “[¡Oh, María!,] Come, bebe y conténtate. Y cuando veas a algún hombre dile: Por cierto que he realizado un voto de silencio por el Clemente, y no hablaré con nadie hoy. Se presentó ante su pueblo llevándolo en brazos [a Jesús]. Le dijeron: ¡Oh, María! Ciertamente has hecho algo inaudito. ¡Oh, tú que desciendes de Aarón! Tu padre no era un hombre deshonesto ni tu madre una indecente. Ella lo señaló [al niño], y entonces le dijeron: ¿Cómo hemos de hablar con un niño que aún está en la cuna? Entonces [Jesús] habló: Por cierto que soy el siervo de Dios. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta. Seré bendecido doquiera me encuentre, y me ordenará hacer la oración y pagar el Zakat mientras viva. Y me hará benevolente con mi madre. No dejará que sea soberbio ni rebelde. La paz fue conmigo el día que nací, será conmigo el día que muera y el día que sea resucitado”. (Corán 19:26-33) Y así Jesús defendió a su madre, aun cuando era un bebé, de cualquier acusación de adulterio, y desde la cuna explicó quién era y por qué había sido enviado por Dios. Aquí termina la historia de María y el milagroso nacimiento de uno de los más grandes Profetas de Dios, Jesús (la paz sea con él). “Éste es Jesús, hijo de María, es la verdad sobre la que ellos dudan [la Gente del Libro]”. (Corán 19:34)