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La Ley de Dios Los exilios que el pueblo de Dios sufrió, no solamente dejaron heridas y deformaciones en el cuerpo físico, sino también y sobre todo, dejaron heridas morales profundas que propiciaron algunos cambios en los principios de la religión judaica. Una de esas influencias negativas del ritualismo de la religión Persa fue el desinterés y hasta desprecio por el culto practicado en el Templo. La preferencia de los líderes de la religión Persa era la de estudiar los libros sagrados, en lugar diferente del templo, llamado de Sinagogas. Esa práctica asimilada por los líderes judíos determinó el establecimiento de Sinagogas en varias ciudades, siendo la de mayor prestigio la Sinagoga de Jerusalén; lugar donde surgieron los doctores de la ley y los escribas. Los doctores de la ley por ironía, despreciaban o interpretaban mal la Ley de Dios. Preferían exaltar y estimular, como norma de salvación, las prácticas sugeridas por las tradiciones de sus antecesores. Mal entendían los doctores de la ley, lo que las palabras de las reducidas frases de cada mandamiento procuraban regir. La ocasión se figuraba de tal manera que era imprescindible que el Dios encarnado diese esclarecimientos adecuados para considerar debidamente el propósito de la Ley Divina. En diversas ocasiones y entre los muchos temas de las “enseñanzas de Jesús”, el Maestro exponía de forma destacada la correcta interpretación de los preceptos de la Ley de Dios. Jesús fue incisivo al afirmar enfáticamente que Él no vino para abolir la Ley, sino a cumplir. Sobre las razones del divorcio, Jesús usó la premisa clave de la estructura del matrimonio, para esclarecer que su esencia es la unidad y no la separación. Con mucha autoridad y con frases concisas Jesús sentenció a los doctores de la ley, por profanar las normas divinas, al anteponer la contribución monetaria para el templo, en lugar de obedecer los preceptos divinos, de honrar a los padres. Jesús en sus enseñanzas, encierra el tema exhortando a cumplir el mandamiento, no sin interés o por obligación, sino por amor, lo cual es la esencia de la Ley. Texto: Prof. Dr. Ruben Aguilar