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Jorge Eduardo Arellano y Clemente Guido, sobre el supuesto sincretismo de la fiesta al dios-perro Xolotl y la fiesta patronal de Santo Domingo de Guzmán, santo del siglo XIII conocido como "Canis Dei" -perro de Dios-, por su celo en defender la fe católica en contra de las herejías de ese tiempo; por eso se le representaba en pinturas y estatuas, con un perro a sus pies que le mira y tiene una antorcha entre sus dientes -simbolizando la sabiduría-, mientras el santo sostiene entre sus manos el Libro Sagrado. Las raíces cosmológicas prehispánicas nos remontan al noroeste mexicano, a los mitos que pertenecieron a los predecesores de los nahuas que llegaron a Nicaragua. Es evidente la relación entre el dios-perro psicopompo Xolotl y el Cadejo que sigue al trasnochador en la parte final del camino, antes de entrar a su casa. El brujo al que se le corta un mechón de pelo sin que él lo sepa pierde sus poderes sobrenaturales. Además hay otra cosa, durante los primeros días de vida de un niño se le corta un mechón de pelo que se conserva. Al difunto se le quita un mechón de pelo de la parte alta de la cabeza. Después de la cremación del cadáver, las cenizas y los huesos son colocados en una caja en la cual se agrega este mechón de pelo. Esta caja es guardada en la casa familiar o en el templo del calpulli, caja que gracias a los cabellos liberan una fuerza útil a la familia del difunto. Por lo tanto, el comienzo y el final de la vida son simbolizados por una madeja de pelo; principio y fin que también simboliza Xolotl: el comienzo de la creación del hombre del quinto sol (símbolo del renacimiento) y el fin de la vida por su rol de psicopompo y su representación esquelética (símbolo de la muerte)".