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Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Jesús no solo tiene la verdad, Él es la verdad. Nadie debe luchar en vano sobre quién tiene la verdad, la verdad no es la doctrina o norma que ostentamos, sino la persona en quien creemos: Jesús. La Iglesia debe dejar eso atrás y centrarse en el asunto principal del Cielo: salvar al perdido. Es una contradicción anhelar la segunda venida de Cristo y no predicar, pues sólo cuando el Evangelio sea predicado en toda nación y a toda lengua vendrá el fin. Entender que Jesús es la verdad asegura la unión de la Iglesia. Lo importante no es tener la verdad, eso nos ha dividido, es necesario creer en la verdad que es Jesús, garantía de unión y triunfo ante el mundo, sus retos y tentaciones. Tenemos que revertir esa tendencia de anteponer las normas y doctrinas religiosas a Jesús, sólo Jesús asegura la salvación. La Salvación no es la sumatoria de las doctrinas, normas o temores, sino proviene del sacrificio de Cristo, hecho por amor. El miedo nunca será un vehículo para la Salvación. El miedo nunca acerca a nadie a Jesús. A Jesús se le conoce a través del amor e intercede por ti de día y de noche. Cuando una Iglesia está ocupada en los asuntos de la Salvación no tiene tiempo para condenar sino para amarse y predicar el amor de Jesús. Juan 8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Hasta que no conozcan a Jesús no serán libres de condenación o cualquier cosa que te tenga atado. El único que tiene el poder y es suficiente para liberarte es Jesús. La verdadera libertad no nace en la mente, nace en el corazón del creyente. La libertad es el resultado de una relación espontánea con Jesús. Cuando nos convertimos en anunciadores de Jesús, somos anunciadores de la verdad. Necesitamos conocer la verdad. 1Timoteo 2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad Jesús quiere que todos los hombres sean salvos, por eso no nos condena. Cuando no se busca en la Biblia un concepto, sino a una persona, siempre hallará vida y perdón en La Palabra y a un Jesús piadoso, suficiente para atender tu necesidad y problema. Por medio del conocimiento de la verdad que es Cristo, todos los hombres serán salvos. Juan 17:17-19 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Los que creen en Jesús lo santifican, y aquellos que creen en Él son a su vez santificados. Si usted no cree que Jesús es su santificador, no importa que tanto ore o que tanto ayune, está en pecado. La santidad es producto del sacrificio de Jesús por medio de su sangre. La fe es para vivir todos los días de la vida. Es una decisión que tomamos una vez que sabemos que el único camino para alcanzar lo que queremos es la fe. La Iglesia se creó en la tierra para ser luz del mundo, no para estar metida en cuevas. Jesús es el rector único de la Tierra y del Universo y de cualquier persona que le recibe. Juan 18:37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. El creyente debe estar más preocupado por seguir a Cristo por lo que es y no por lo que pueda darle. Si entendemos que la verdad no es un qué sino un quién, que la verdad no es un concepto doctrinal, sino una persona, vamos a dejar a un lado las peleas estériles sobre doctrinas religiosas para concentrarnos en predicar la verdad que es Jesús. La verdad siempre se abrirá paso de generación en generación y aunque la religión trate de asesinarla, siempre revivirá en el corazón del creyente, la verdad no vive a condenar, sino a salvar.