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https://www.facebook.com/www.religionehistoria?ref=hl La Virgen de Guadalupe es una imagen religiosa que se exhibe en la basílica de Guadalupe (en México, D. F.). Para los católicos mexicanos, no es sólo la patrona de México, sino de toda América. Según la historia la Virgen María se manifestó al indígena Juan Diego, quien era originario de Cuautitlán, y a su tío Juan Bernardino, ambos convertidos al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española. El Nican Mopohua, donde se refleja esta historia, dice que la Virgen le reveló el nombre «Guadalupe» a Bernardino cuando éste se encontraba enfermo de gravedad, aunque los entendidos en el tema afirman que es imposible que la Virgen se nombrara a sí misma Guadalupe, ya que Juan Bernardino no entendía la lengua castellana traída por los españoles al Nuevo Mundo. Pero lo verdaderamente curioso viene ahora. La pintura habría sido ordenada por Fray Alonso de Montúfar, segundo obispo de Nueva España, a un pintor indio de la comunidad de nombre Marcos Cipac de Aquino en la década de 1550. Esta aseveración se basa, en primer lugar, en que el propio manto está firmado por Marcos Aquino, a los ojos de cualquier buena lupa. Pero es que se conserva por escrito un sermón pronunciado el 8 de septiembre de 1556 en la capilla de San José por fray Francisco de Bustamante, provincial de la orden franciscana, ante el virrey, audiencia y vecinos principales de la ciudad de México, en la que el padre Bustamante critica al culto guadalupano y declara que la imagen fue pintada por el indio Marcos Cipac de Aquino. Por tanto, para escarnio de los creyentes, la Virgen de Guadalupe no solamente es un fraude en toda regla, sino que además se viste con un manto fabricado con sustancias alucinógenas. No deja de ser, cuando menos, curioso y relevante.