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Hermanos: como cada domingo, nos reunimos para celebrar la Eucaristía y compartir nuestra fe en familia. Muchas veces hablamos de la fe y pensamos que es como esa ropa más limpia que nos ponemos los domingos para ir a misa y que luego volvemos a guardar hasta el domingo siguiente. Pero no. Como veremos en el Evangelio, los primeros discípulos de Jesús, sabían que la fe es un regalo que Él había puesto en sus corazones y que ellos tenían que cuidar y hacerla crecer, hacerla más fuerte en cada momento de la vida. Y esto lo sabemos también nosotros y por eso, igual que hicieron aquellos discípulos, vamos a pedir en esta Eucaristía: “Señor, ¡aumenta nuestra fe!”