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1 Corintios 2:6-9: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” Es importante saber y creer lo que Jesús dice que somos. El Apóstol Pablo habla a la iglesia de Corinto, explicándoles que solo hablaba la sabiduría de Dios a los que ya habían alcanzado madurez. Esta sabiduría no se aprende en institutos de educación superior y no es pasajera; pertenece a lo eterno. La sabiduría de Dios está oculta para muchos, pues no se aprende de forma humana, sino que se percibe en el corazón. Dios preparó desde antes de los siglos, una sabiduría sobrenatural y espiritual para nuestra gloria. Los romanos no pudieron entender la sabiduría del Cielo, y por esto crucificaron a Jesús. Estas cosas que Dios ha preparado, nunca las hemos podido imaginar, ver o pensar; esto indica grandeza y altura que proviene del pensamiento de Dios. Lo que Dios ha planeado para ti, siempre es en grande; él nunca va a pensar en pequeño. Dios soñó cosas grandes, para los que le aman. ¿Tú amas a Dios? ¡Entonces calificas! No te descalifiques cuando Dios te califica. Cuando Dios planea en grande para ti, ni tu pasado, ni tus errores impedirán que esos planes se lleven a cabo. Dios piensa en grande, porque Él es grande. A Dios no lo limita quién o cómo eres; nunca es demasiado tarde. Un claro ejemplo de esto es Abraham, quien a los ojos del hombre era demasiado viejo para realizar algo importante, o como el caso de Jeremías, quien temió el hecho de ser muy joven para cumplir el propósito de Dios con él, y esto no detuvo a Dios. Aunque Dios siempre piensa en grande, él comienza desde lo más pequeño. No hay excusa válida para no cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas. Cuando Dios comienza algo, empieza por una semilla. Asimismo, Dios le dijo a Jeremías: “Desde el vientre de tu madre, te aparté por profeta para las naciones”; lo que Dios empieza pequeño, no se queda pequeño. Así también David, quien expresó: “Mi embrión vieron tus ojos”. Reflejaba la seguridad y certeza en su corazón del plan de Dios para con él, el cual no llegaba únicamente a ser pastor de ovejas, sino algo mucho mayor. Muchos descalificaron a David por sus cualidades, ya que no encajaba y llenaba las expectativas de los hombres; sin embargo, ya Dios lo había escogido y David lo creyó.