44m 3slongitud

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,6.12-14): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.» ---------- NADA ANTEPONER A CRISTO PARA DEFENDER LA PRIMOGENITURA QUE NOS HACE TESTIGOS AUTÉNTICOS DE SU REINO EN EL MUNDO La primogenitura es una cosa muy seria. Hemos sido elegidos desde antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en el amor a la presencia de Dios y de los hombres. Los dones de la Gracia recibidos durante toda nuestra vida son las señales de una llamada especial, y ella no es un hecho exclusivamente personal. Dios ha pensado para nosotros una misión importante, muchos hombres son ligados a nuestra vida. Pero el riesgo de despreciar la primogenitura es muy serio: echar las cosas santas a los perros y las nuestras perlas a los cerdos significa no dar valor a la obra de Dios en nuestra vida. Significa entrar en la historia de cada día por la puerta espaciosa y ancha del compromiso, diluiendo la fe en el pensameniento mundano para dejar espacio a la carne y a sus deseos, los que mueven guerra al Espíritu: despreciar como Esaù la primogenitura por un plato de lentejas, para seguir, infantilmente, a los caprichos de la carne. Y no se trata sólo de la sexualidad; las lentejas humeantes delante de nuestros ojos son los criterios mundanos acerca del dinero, el trabajo, los bienes, la salud, la familia, la amistad, la política. Cada día podemos dar a los perros, que es el epíteto duro con el que Israel llamava a los paganos, las cosas santas, las cosas de nuestra vida "separada", "puestas a parte" del mundo para que sea señal del otro mundo. Hoy Jesus nos recuerda la gran vocación en la cual nos ha rescatado y por la cual nos ha introducido en la Iglesia. Nos ha santificado, comprados al caro precio de su sangre, y cada cosa, cada momento y ámbito de nuestra vida es una "perla" que adelanta el Cielo. El matrimonio y la familia, la amistad y el noviazgo, la escuela y el trabajo, todo de nosotros constituye como un hilo de perlas que su amor y su Gracia nos hace vestir para que quien hay cerca pueda ver a Cristo y la suerte eterna a la cual está llamado. Estamos en el mundo pero no somos del mundo: por esto el combate que nos espera cada mañana es serio, y nos llama a no bajar de la Cruz que nos une a Cristo. A elegir la puerta estrecha y el camino angosto que nos hace entregar la vida por amor. Hoy el Señor nos llama a quedar en su amor que nos santifica, que nos purifica, que hace de nuestra vida una liturgia de santidad para el mundo. Los cerdos son animales inmundos, que se revolcan en su vómito. Tocarlos y comerlos devolvia inmundos, incapaces a celebrar el culto de Israel que era la señal de la presencia de Dios en el mundo. Echar las perlas a los cerdos significa pues echar a la basura la intimidad con Dios, salir de la comunión del Pueblo Santo, despreciar la primogenitura y la misión especial al que Israel estava llamado. Y es el peligro que incumbe también sobre de nosotros, olvidar nuestra identidad para mundanizarnos: el resultado siempre será de cerrarnos en nuestro egoísmo y volver la espalda a los hermanos. Por eso el Señor nos ha hecho lo que habría querido le fuera hecho a El: sobre la Cruz nos ha acogido y queridos tal como somos. Esta es la santidad verdadera, el Cielo sobre la tierra, la presencia viva y auténtica de Dios entre los hombres. La puerta estrecha del sacrificio y la sumisión, de la obediencia y del perdón, el camino angosto de la humilliacion que exige el amor y que la Iglesia y los cristianos son llamados a recorrer para atraer y conducir cada hombre a la Vida verdadera, eterna, salvada. -------