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La Obertura 1812 pretende ser una representación musical de la campaña napoleónica en Rusia. Comienza con una melodía religiosa perteneciente a la liturgia ortodoxa rusa, el himno “Dios Proteja a su Pueblo”, que recuerda cómo la noticia de la invasión fue comunicada al pueblo en los servicios religiosos de toda Rusia. En junio de 1812, el ejército francés, compuesto por más de medio millón de soldados y casi 1200 piezas de artillería, cruzó el río Niemen en Lituania. El Patriarca Ruso llamó a rezar por la liberación, a lo que el pueblo respondió en masa, congregándose en iglesias y procesiones. Los amenazadores acordes que suenan a continuación expresan la inminencia del conflicto y la preparación para la batalla. Una intervención de los metales describe la carga de los ejércitos. Los sones distantes de “La Marsellesa” representan el avance francés. Los dos ejércitos se encuentran en Borodino, y “La Marsellesa” se impone tras una dura lucha. El zar apela al espíritu ruso con una súplica elocuente, llamando a todos a defender a la Madre Rusia. Se trata de una frase a la vez dulce y apasionada, que nos recuerda vivamente al personaje de Alejandro I como aparece descrito por Tolstoi en “Guerra y Paz”. La respuesta popular queda recogida en la pieza tradicional rusa que sigue. “La Marsellesa” vuelve a elevarse, indicando el avance sobre Moscú. El diminuendo del tema ruso describe el abandono de pueblos y ciudades en el camino a Moscú, que va dejando una inmensa extensión de tierra arrasada. En el momento de la toma de Moscú, cuando todo parece perdido, se escucha de nuevo el himno religioso del inicio; representa la intervención divina desencadenando un invierno de extremo rigor para el que los franceses no estaban preparados. Las tropas invasoras comienzan su retirada, pero sus cañones, atrapados en el terreno congelado, son capturados por los rusos, que se sirven de ellos para acelerar la expulsión. El fuego de los cañones muestra el avance de los rusos casi hasta las fronteras del imperio francés. Terminada la guerra, oímos las campanas y los fuegos artificiales por la victoria y la liberación de Rusia. Entre los cañonazos y los poderosos instrumentos de metal se eleva el himno ruso: “Dios salve al zar”.