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Poema en forma de oración o plegaria de un padre para su hijo. El 17 de junio de 1956, Douglas MacArthur, general de los Estados Unidos de América y para ellos héroe de la II Guerra Mundial, al escribir esta oración creó el más hermoso poema dedicado al padre en su día. Nació en Fort Little Rock, Arkansas, en 1880, y murió en 1964. Dame, oh Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo; un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada y humilde y magnánimo en la victoria. Dame un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho: un hijo que sepa conocerte a Ti... y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento. Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos. Allí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan. Dame un hijo cuyo corazón sea claro; cuyos ideales sean altos; un hijo que se domine a sí mismo antes que pretenda a dominar a los demás; un hijo que aprenda a reír pero que también sepa llorar; un hijo que avance hacia el futuro pero que nunca olvide el pasado. Y después que le hayas dado todo eso, agrégale, te lo suplico, suficiente sentido del humor, de modo que no siempre se tome a sí mismo demasiado en serio. Dale humildad para que pueda recordar siempre la sencillez de la verdadera grandeza, la imparcialidad de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza. Entonces yo, su padre, me atreveré a murmurar. "No he vivido en vano"