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Gabriele Finaldi, Director adjunto de Conservación e Investigación del Museo Nacional del Prado y Agustín González, catedrático emérito de la facultad de filosofía de la Universidad de Barcelona comentan el tema "Filosofía: Relación con la pintura" en relación con Demócrito, de Ribera. Esta pintura, que fue recortada por el lado derecho, es el más antiguo de los filósofos harapientos fechados de Ribera, quien parece haber sido en gran medida el inventor de este tipo de pintura, que tuvo gran éxito en Italia durante el siglo XVII. La tradición ha identificado a este filósofo con Arquímedes, el matemático siciliano, por el compás que tiene en la mano. Sostiene también un manojo de papeles con dibujos geométricos, y a la izquierda se ven más papeles y algunos libros. Desde que Delphine Fitz Darby propuso en 1962, basándose en su sonrisa, que se le identificara como Demócrito, el filósofo que ríe, se suele dar ese título a la pintura. Podría ser el Filósofo con un compás que perteneció al III duque de Alcalá, virrey de Nápoles de 1629 a 1631 y el principal cliente de Ribera en esos años, que poseyó varias pinturas de filósofos, entre ellas, otras tres del mismo pintor. Para pintar este cuadro Ribera debió de hacer posar al modelo ante él como habría hecho en el caso de un retrato. Los rasgos fisonómicos propios del modelo están captados con gran fidelidad: la nariz ancha y la boca grande, las patas de gallo profundamente marcadas en la cara por una sonrisa sin duda perenne y los dedos largos y huesudos. La tez, pintada con empaste áspero, tiene una gran luminosidad, y el halo de pintura más clara que circunda la cabeza (efecto visual de una base de pigmento espeso en esa zona) le presta una vivacidad optimista. Spinosa ha comentado elocuentemente el carácter individual y arquetípico de la representación: Un verdadero retrato de cualquier campesino encontrado en los callejones de la Nápoles virreinal, en el que el pintor supo captar justamente las señales del antiguo origen greco-levantino, inserto en un contexto de irreductible vitalidad y de humanidad típicamente mediterránea (Spinosa, 1978, p. 99, núm. 40). La pintura data del año en que Velázquez visitó Nápoles y, si bien es cierto que no muestra la menor huella de influencia estilística del sevillano, se ha señalado a menudo su parentesco con Los borrachos. Velázquez tuvo que recordar ésta y otras pinturas semejantes de Ribera cuando pintó sus filósofos (Texto extractado de Finaldi, G. en: Fábulas de Velázquez. Mitología e Historia Sagrada en el Siglo de Oro, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 314). "Otros ojos para ver el Prado" es un proyecto realizado en colaboración con FECYT, el GISME y el Museo Nacional del Prado.