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Jeremías, un profeta en un tiempo de crisis “Mi pueblo es insensato, no me reconoce, son hijos necios que no recapacitan: son diestros para el mal, ignorantes para el bien.” Jeremías 4:22   “Sin cesar os envié a mis siervos los profetas […]. Pero no prestasteis oído ni me hicisteis caso.” Jeremías 35:15 Estas impactantes palabras registradas en el libro del profeta Jeremías no nos pueden dejar indiferentes ya que estas son todo un llamamiento a la reflexión. Estas palabras fueron pronunciadas en relación al pueblo de Dios de aquel momento recordándoles lo alejados que se encontraban de la voluntad de Dios y de cómo se habían alejado de Él. Por todo ello, estas nos deberían interpelar a que nos preguntemos si nos hallamos en la misma situación que el pueblo de Dios del pasado o podemos llegar a estarlo. La razón para hablar de Jeremías es bien sencilla. Aunque Jeremías vivió hace unos 2600 años, no deja de ser sorprendente las similitudes que podemos encontrar entre su época y la nuestra. Pero antes de analizar algunos aspectos del mensaje del profeta Jeremías me gustaría abordar la cuestión de quién era y en qué circunstancias vivió. Pienso que se trata de cuestiones fundamentales si queremos entender su mensaje. Antes de nada, también me gustaría destacar que el mensaje de los profetas del AT está de rabiosa actualidad, aunque vivieron hace muchos siglos, sus palabras siguen siendo todo un motivo de reflexión para aquellos que nos declaramos cristianos en el siglo XXI. ¿Quién era y cuándo vivió Jeremías? La respuesta la encontramos en los tres primeros versículos del mismo libro de Jeremías: “Palabras de Jeremías, hijo de Jelcías, de los sacerdotes residentes en Ananot, territorio de Benjamín. Recibió palabras del Señor durante el reinado de Josías, hijo de Amón, en Judá, el año trece de su reinado, y de Joaquín, hijo de Josías, hasta el final del año once del reinado en Judá de Sedecías, hijo de Josías; hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto.” Jeremias 1:1-3 Como hemos podido leer, Jeremías pertenece a una familia de sacerdotes. Eso quiere decir que posee una sólida formación religiosa y que, por su origen, ocupa un lugar privilegiado dentro de la sociedad. Jeremías vive en una época de crisis, en una época convulsa, llena de cambios e inseguridades. Como el propio Jeremías declara fue llamado por el Señor durante el reinado de Josías. Josías es el último gran rey de Judá, durante su reinado las fronteras del reino se extienden y el culto del Señor es restablecido. Su época es conocida como una época de restauración. Pero esa época de esplendor se ve truncada de forma trágica por la muerte del rey, cuando este sale al encuentro de las tropas egipcias. De alguna manera la muerte del rey marcará el comienzo del fin para el reino de Judá. A partir de ese momento este entra en una época de inestabilidad que finalizará con la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén que irá acompañada de la deportación de parte de la población a Babilonia en tiempos del rey Sedecías. Aunque hay que ser prudentes y reconocer las diferencias, al igual que en la época de Jeremías nosotros también vivimos en una época de crisis. Además, la mayoría de nosotros nos hemos de enfrentar a una nueva realidad, ya que a lo largo de nuestra existencia nunca nos hemos encontrado con un momento de tanta inestabilidad como el actual. Esta crisis, que en nuestro caso –Occidente- y por el momento es económica, no deja de ser global. Y en otros lugares va acompañada de guerras, hambres, destrucción, etc. Vivimos en mundo convulso, donde los conflictos son abundantes y que en lugar de disminuir parece que van en aumento un día detrás de otro. Por si todo ello no fuese suficiente, todos esos problemas van acompañados de un problema de dimensiones planetarias difícilmente cuantificable como son todos los aspectos que se relacionan con el medioambiente (calentamiento global, lluvia ácida, desforestación, perdida de biodiversidad, etc.). Nuestro planeta sufre una presión como nunca antes en la historia de la humanidad. Vivimos en un mundo que necesita desesperadamente un mensaje de esperanza. Un mensaje que por otro lado se encuentra en la Palabra de Dios. Un mensaje que por otra parte está a nuestro alcance y que tenemos el inmenso privilegio de poder compartir.