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Salmo 14:2: "Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios." El cielo no puede negarse a un creyente que pide al Espíritu Santo de Dios, esa petición es de alguien que tiene prioridades más altas y dignas. No existe un deseo más puro y noble que pedir al Espíritu Santo. Juan 16:7: "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré." El Espíritu de Dios es tu ayudador y consolador, anhela estar contigo todos los días, pero debes abrir tu corazón para recibirle. Dios enviará su Espíritu Santo, aquel que se movió sobre la faz de las aguas y que tuvo el poder para resucitar a Cristo entre los muertos. Pídele al Padre que envíe a su Santo Espíritu, es quien te levanta cuando has caído y desea llenar cada parte de tu ser. Quienes tengan esa experiencia con el Espíritu Santo no serán iguales, esa será tu prioridad. ¿Qué ha pasado con esas conversaciones genuinas con el Espíritu Santo? Cuando el cristiano pierde la pasión por Dios, comienza un enfriamiento que lo empuja a un abismo peligroso. La reputación ante los hombres no es más importante que una experiencia genuina cada día con Dios. Tu vida proviene de tu relación con Dios. Debe ser una relación cercana, tan estrecha que puedas sentir su respiración cerca de ti y su fuego ardiendo en tu interior. Isaías 63:15: "Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado?" Este es un hombre anhelando una relación con Dios. El día que la Iglesia cristiana se conforme con la metología, pierde su esencia, su influencia y su vida. Debes negarte a vivir lejos de Dios. No hay relación más importante que tu relación con el Espíritu Santo, no importa que quedes solo, sin nadie a tu lado, Dios siempre estará contigo. Isaías 63: 16 "Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre." No puedes vivir sin Dios porque Él es la vida de tu alma y el anhelo de tu corazón. Debes vivir una vida secreta y genuina con Dios, donde su "vida" se desborde en tu corazón. La relación con Dios se recupera, cuando vas delante de Él con un corazón humilde y tienes el anhelo de una experiencia que marque tu vida, sin miedo a dañar tu vestido o maquillaje. La Iglesia debe recuperar el deseo intenso por la presencia y manifestación de Dios. Así se expandirá por cada calle, familia y la nación completa. Isaías 64: 1-2 "Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! Alguien que está lleno del Espíritu Santo, no está lleno de normas y doctrinas, sino de la eternidad de cielo. El Espíritu Santo derrite la envidia, el pecado y el odio. Desintegra lo que no viene de Él, porque toda dádiva y don perfecto desciende de lo alto. Cuando el Espíritu Santo arde en los corazones de la Iglesia, la predicación del Evangelio es efectiva. No es suficiente salir a predicar, se requiere una vida estrecha con El Espíritu Santo. Se requiere una persona que deje huellas de fuego en cada persona, que sus vidas hablen de Jesús. Estar lleno del Espíritu Santo, es levantar a Jesús. Cuando el nombre de Jesús es notorio, los problemas se van, los demonios salen; se manifiestan señales, milagros y prodigios. Cuando oras, Él te oye; cuando lloras, te abraza; cuando ríes, Él aplaude, cuando duermes, Él te cuida y te habla. Para muchos será una electricidad, pero es una persona que nunca te dejará.