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Señor, escucha mi plegaria y que mi clamor llegue a tu presencia. No apartes tu rostro de mí; en el tiempo de mi angustia préstame atención; escúchame en el día que te invoco. Porque mis días se desvanecen como el humo, y mis huesos se van consumiendo. Mi corazón no vale más que pasto seco y hasta me olvido de comer mi pan. Con tanto gritar mi lamento, mis huesos se pegan a la piel. Me parezco al ave del desierto, a la lechuza que vive entre las ruinas. Paso en vela las noches gimiendo, como un ave solitaria en un tejado. Mis enemigos me insultan sin cesa; furiosos, echan maldiciones en contra mía. Como más cenizas que pan, y para calmar mi sed tengo mis lágrimas. Porque me miras con enojo y furor, tú que me sostenías y ahora me tiras al suelo. Mis días son como una sombra fugitiva y me voy secando como el pasto. Tú, en cambio, permaneces en todo tiempo, y tu Nombre, por todas las edades. Levántate, pues, en tu amor a Sion, ya es tiempo de que te apiades, ya se cumplió el plazo. Tus siervos se encariñan por sus piedras y hasta quieren a su polvo. Temerán los pueblos tu Nombre, y todos los reyes dirán tu gloria. Cuando el Señor se presente glorioso reedificando a Sion. Cuando oiga el clamor de los oprimidos y no se haga sordo a sus plegarias. Se habrá de escribir para los tiempos futuros, y un pueblo nuevo alabará al Señor. Porque miró desde su glorioso templo, y se inclinó del cielo hacia la tierra. Para oir el gemido de los cautivos y librar a los condenados a muerte. Por eso celebrarán en Sión el Nombre del Señor, y resonarán sus alabanzas en Salem. Cuando los pueblos se reúnan, y todas las naciones sirvan al Señor. Él ha consumido mis fuerzas en el camino y ha acortado mi vida. Pero yo digo: Dios mio, no cortes mi vida a la mitad del camino, tú que eres eterno. Tú al principio pusiste los cimientos de la tierra, y el cielo es obra de tus manos. Ellos perecerán, tú solo permaneces; se gastarán como se gasta la ropa y como un vestido los cambiaras. Pero tú eres siempre el mismo y tu existencia no conoce fin. Los hijos de tus siervos permanecerán y su descendencia durará en tu presencia.