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Iniciamos hoy nuestro recorrido por el salmo noventa, escrito por Moisés, uno de los grandes personajes de la Biblia, que acaudilló al pueblo de Dios en un momento trascendental. Aunque el salmo no es muy extenso, si es lo suficiente, para no leerlo completo cada día, así que leeremos los primeros diez versículos, cada día, durante cinco días y comentaremos dos de ellos cada día. Los primeros diez versículos del salmo noventa dicen así: “Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación. Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres. Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche. Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, Como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca. Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos turbados. Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros a la luz de tu rostro. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; Acabamos nuestros años como un pensamiento. Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos”. Ahora, que ya hemos leído los diez primeros versículos del salmo noventa, escrito por Moisés, vamos a poner, con calma, nuestra Mirada sobre los dos primeros versículos del mismo, que cantan la seguridad en el Dios eterno, pues dicen así: “Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación. Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”. Se inicia el salmo mirando al pasado, y en esta mirada hay una afirmación muy importante: El cuidado protector de Dios a lo largo de la historia. El salmista tiene constancia de que han sido protegidos por el Dios eterno pues dice: “Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación”. Es decir, afirma que no fue en un momento de necesidad, o durante un tiempo determinado, sino continuamente manteniéndose en los relevos generacionales. Seguidamente, el salmo ofrece la razón de esa permanencia con dos importantes afirmaciones. La primera se inicia en un leguaje casi evolucionista, pero se completa declarando a Dios como el autor de cuanto existe, pues leemos: “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo”. Esto deja claro que los montes no surgieron por incidentes casuales, sino al impulso creador de Dios. Y terminan estos versículos con otra declaración rotunda acerca de la eternidad de Dios, diciendo: “Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”. Esto es básico. Recordemos que Dios se presentó a Moisés diciéndole que su nombre era YO SOY EL QUE SOY, es decir, el único ser que existe por si mismo. Nuestra fe no se apoya en un Dios temporal, sino que se apoya en el único permanentemente confiable: el Dios eterno.