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Un ambiente de gozo y alabanza antecedió la enseñanza impartida por el Pastor Javier Bertucci la noche del viernes 03 de febrero, en la Iglesia Cristiana de Avivamiento Maranatha Valencia. Con la afirmación: "El día que dejas de cambiar empiezas a morir", comenzó esta prédica sobre la importancia de cuidar nuestros pensamientos y palabras para conquistar lo que ya Dios nos ha dado. El problema con los errores, es que no son pecados, esto los hace sutiles como para ser percibidos por nuestra conciencia y fácilmente incorporados al pensamiento social y cultural. Es nuestro deber corregir nuestros errores. ¡Es tiempo de corregir los errores! Es necesario corregir aquellas cosas que pueden alejarnos de la bendición de Dios, a continuación se desarrollan los siguientes puntos: 1) "Así soy yo" Estas menudas palabras que parecen ingenuas e insignificantes, nos alejan de la bendición que Dios tiene para nuestras vidas. Un ejemplo de esto es la anterior afirmación que denota una actitud pedante. Una de las excusas más comunes para no querer cambiar es ser pedante. A estas personas, cuando se las confronta, dicen: "Así soy yo". La Biblia dice que debemos ser amables; el pedante no quiere serlo, porque sabe que si le dan amor, deberá dar amor, y lo evitan. El que está a tu lado, al ser limpio con la misma sangre, y tener el mismo Espíritu Santo, es tu hermano. La educación y la amabilidad no es cuestión de educación, es una actitud de vida, que implica el poder ser amado, y como tal dar amor. No pretendas hablarle de Cristo a quienes les hayas tendido muros con tu actitud, debemos ser amables y así tender puentes. Tito 3:2: "Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres." 2) Orgullo y soberbia Quien nunca va a ser librado de sus errores es el que se cree más que los demás, por alguna razón. Nunca debemos sentirnos más que otros. Mientras nos conduzcamos con más humildad, mayor estatura espiritual mostramos; siempre hay que mantener una actitud de humildad, no sintiéndose ni superior ni inferior, pues todos tenemos los mismos derechos una vez que hemos recibido a Cristo. Romanos 12:3: "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno."