48m 57slongitud

El Santo Cura de Ars nos habla en su sermón: "Sobre las verdades eternas". Tan cierto como que existe un Dios creador de todo lo existente: del mundo visible e invisible. Que envío a su amadísimo Hijo para que se ofreciera a Él como víctima propiciatoria por toda la humanidad de todos los tiempos: Dios de Dios, que se ofrece al eterno Padre en la Cruz para salvar al hombre que languidecía por el pecado y era conducido al infierno, Redentor del hombre que se ofrece diariamente al Padre Celestial en el Santo Sacrificio de la Misa, sacrificio incruento como aquél cruento en la Cruz, que nos pone en amistad con Dios y nos hace sus hijos para ir ante su presencia después de la muerte. Padre Celestial e Hijo Eterno del Padre que nos envían el Espíritu Santo para ayudar a santificarnos y mantenernos en la gracia divina. Y tan cierto como que existe Dios, hay un infierno para el pecador que no amó a Dios ni al prójimo. Su duración es eterna, sus verdugos implacables: horribles y poderosos demonios que castigan al pecador como Dios lo permita por sus pecados, hasta el juicio final. Después del juicio final, Dios calmará los ímpetus de Satanás: infierno eterno y misma suerte para demonios y condenados en el lago de fuego, sin posibilidad de moverse nunca, como caigan al ser arrojados ahí. El mal cristiano que no supo aprovechar su tiempo para realizar buenas obras, evitar el pecado y amar más a Nuestro Amable Redentor Jesucristo, sentirá una desesperación horrible por el pensamiento de que pronto va a ser arrojado al infierno. Si no se arrepiente de todos sus pecados, pide perdón a Dios y promete cambiar de vida completamente, le espera un eterno suplicio en el infierno. Pero, Dios es misericordioso, ha prometido perdonar a todo pecador que se arrepienta sinceramente. El mal cristiano se condena por su culpa, aún le queda vida para aprovechar la misericordia de Dios, de él depende ir al Cielo o al Infierno.