4m 52slongitud

Sonata IX- IGNAZIO BALBI (1720-1775). Sonata Chiquitana del Archivo Musical de Chiquitos, Bolivia. Sonata IX (AMCh 269, So 23) 1. Allegro assai 2. Andante Spirituoso 3. Allegro En Bolivia se han preservado numerosas y voluminosas colecciones con música de la época de la colonia, y del tiempo de la primera evangelización de los pueblos americanos. En Sucre hay dos espléndidas colecciones con música que documenta la grandeza e importancia que la catedral metropolitana e iglesias vecinas han tenido en la vida musical de aquella época. La primera colección, hoy guardada en la Biblioteca y Archivo Nacionales de Bolivia consta de más de 1.400 obras polifónicas, en su mayoría villancicos, que proceden de dicha catedral y de la iglesia de San Felipe Neri. La segunda, la componen los llamados libros de coro: treinta y cuatro gigantescos libros (algunos de hasta 20 kilos de peso) con música en canto llano que se practicaba en dicha catedral. En las últimas dos décadas, la colección de música que más atención ha recibido, de parte de investigadores y músicos, es la de las antiguas reducciones de Chiquitos, encontrada en San Rafael y Santa Ana de Chiquitos, y hoy guardada en Concepción. Más de 5.500 páginas de música de la época de las reducciones chiquitanas, constituyen el documento más importante en el mundo, para demostrar el rol que la música ocupó en la evangelización de los pueblos americanos. Solamente la colección de música guardada en San Ignacio de Moxos, podría ser igualada en importancia y significado, con la de Concepción. El llamado Barroco Misional, es el repertorio que se interpretaba en los siglos XVII y XVIII en las antiguas reducciones jesuíticas que se extendían por Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia. En este conjunto son destacables, tanto por la cantidad como por la calidad, las obras que se han conservado en las regiones bolivianas de Chiquitos y Moxos que hoy conocemos como Barroco Boliviano, actualmente en pleno auge no sólo en Bolivia e Hispanoamérica, sino a nivel mundial. Este repertorio tiene una historia sorprendentemente reciente. De hecho, a pesar de ser tan antiguo, empezó a ser rescatado hace apenas 50 años, cuando algunos musicólogos comenzaron a prestar especial atención a las obras producidas en el ámbito de las Reducciones Jesuíticas, entre los siglos XVII y la segunda mitad del XVIII, concretamente hasta 1767, año en que los misioneros fueron expulsados de América, tras la abrupta supresión de la Compañía de Jesús por parte del Papa Clemente XIII. El despertar definitivo de esta música, que durmió un sueño de siglos, se debió a la perspicacia de un arquitecto jesuita, Hans Roth, que en los años 70 se encontraba trabajando en la reconstrucción de la iglesia de San Rafael de Chiquitos, en Bolivia. Al trazar un plano general de la planta de la iglesia y sus edificaciones contiguas, intrigado por una falta de concordancia en las mediciones, Roth logró descubrir una recámara secreta disimulada tras una gruesa pared de adobe, que había permanecido sellada durante casi tres siglos. Al entrar al recinto se encontró ante un impresionante tesoro artístico: más de cinco mil partituras y decenas de instrumentos musicales, muchos de ellos construidos por los miembros de las comunidades chiquitanas (violines, arpas, violonchelos, flautas, oboes, clarines y diversos tipos de trompetas, entre ellas una de casi dos metros de largo). La espectacularidad del descubrimiento incentivó nuevas investigaciones en pueblos y templos cercanos que condujeron a otros importantes hallazgos. Al año siguiente, en Moxos, donde los jesuitas habían permanecido desde 1681 hasta 1767, fueron encontradas cerca de cuatro mil partituras más, muchas de ellas compuestas por músicos nativos que habían aprendido instrumentación con los jesuitas. Otras, pertenecientes al italiano Domenico Zipoli, un músico jesuita de primera línea que en Nápoles había sido uno de los más destacados discípulos de Alessandro Scarlatti. Al poco tiempo de empezar su labor, los jesuitas se sorprendieron de la facilidad con que los nativos asimilaban las complejas obras del Barroco. No sólo contaron enseguida con músicos, sino también con compositores. Pronto estos pobladores locales ocuparon sus lugares en el coro, como solistas, instrumentistas, copistas, constructores de instrumentos e incluso maestros de capilla. Muchos no sabían ni leer ni escribir y dominaban, sin embargo, la lectura musical. Para los jesuitas, la música tenía una función esencialmente religiosa, por esa razón la mayoría de obras conservadas en los archivos están destinadas a la liturgia. Obra extraída del álbum: Chants et danses baroques de l´Amazonie. Tras la huellas de la Loma Santa. Interpretan: Ensamble Moxos (Bolivia) Dirige: Raquel Maldonado. K617. Música Virreinal, Música Colonial www.musicaantigua.com