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TESTAMENTOS DE LOS DOCE PATRIARCAS, HIJOS DE JACOB TESTAMENTO DE BENJAMÍN Sobre la limpieza de pensamiento 1 Copia de las palabras de Benjamín, de lo que dispuso a sus hijos tras haber vivido ciento veinticinco años. Los besó y les habló así: —A Abrahán le nació Isaac cuando tenía cien años; a la misma edad le nací yo a Jacob. Como Raquel murió al darme a luz, no tenía leche, pero me amamantó Bala, su sirvienta. Raquel, tras parir a José, permaneció estéril doce años. Pero imploró al Señor con ayunos durante doce días, concibió y me parió a mí. Nuestro padre amaba a Raquel muchísimo y rogaba a Dios que le concediera ver a dos hijos nacidos de ella. Por esta razón me llamaron Benjamín, es decir, «hijo de días». 2 Cuando llegué a Egipto y me reconoció mi hermano José, me preguntó: —¿Qué dijeron a mi padre cuando me vendieron? Le respondí: —Impregnaron de sangre tu túnica y se la enviaron con estas palabras: «Mira si es ésta la túnica de tu hijo». Añadió José: —Sí, hermano; cuando me cogieron los ismaelitas, uno de ellos me despojó de la túnica, me dio algo con qué taparme y, tras propinarme unos latigazos, me ordenó caminar. Pero, cuando iba a esconder mi túnica, le salió al encuentro un león y lo mató. Así, sus camaradas, llenos de temor, me vendieron a otros compañeros. 3 Vosotros, pues, hijos míos, amad al Señor, Dios del cielo, y guardad sus mandamientos imitando a José, varón bueno y santo. Ocúpese vuestra mente de lo bueno, como sabéis que hago yo. El que tiene una mente sana todo lo mira rectamente. Temed al Señor y amad al prójimo. Aunque los espíritus de Beliar soliciten abrumaros con toda clase de maldad y angustia, no se enseñorearán de vosotros, como tampoco de José, mi hermano. ¡Cuántos hombres quisieron matarle!, pero el Señor le protegió. Pues el que teme a Dios y ama al prójimo no puede ser golpeado por el espíritu etéreo de Beliar, protegido como está por el temor de Dios. No podrán enseñorearse de él las insidias de los hom-bres o las bestias salvajes, porque le ayuda el amor de Dios, el mismo que él tiene a su prójimo. José suplicó a nuestro padre que rogara por sus hijos para que el Señor no les tuviera en cuenta lo malo que contra él habían tramado. Exclamó así Jacob: —¡Hijo mío, José!, ¡hijo excelente!, tú has conmovido las entrañas de tu padre Jacob. Y, rodeándole con sus brazos, le estuvo besando durante dos horas con estas palabras: —En ti se cumplirá la profecía del cielo [sobre el cordero de Dios y salvador del mundo: él, sin mácula, será entregado por los infieles; el inocente morirá por los impíos en la sangre de la alianza], para la salvación [de las naciones y] de Israel, con lo que destruirá a Beliar y a sus servidores. 4 Ved, hijos míos, el final del varón bueno. Imitad con bondad de pensamiento sus entrañas de misericordia, para que vosotros portéis también las coronas de gloria. El hombre bueno no tiene ojos tenebrosos, pues siente misericordia de todos, aunque sean pecadores. Aunque tramen algo malo contra él, vence al mal obrando el bien, protegido por la bondad; y a los justos ama como a sí mismo. Si alguien recibe alabanzas, no siente envidia. Si alguno se enriquece, no siente celos. Si alguno es valiente, lo alaba; cree y ensalza al prudente, tiene misericordia del pobre, se compadece del enfermo, entona himnos a Dios. Protege a quien tiene temor de Dios, colabora con el que lo ama, convierte con sus reprimendas a quien niega al Altísimo, y a quien tiene la gracia del espíritu bueno lo ama con toda su alma.