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TESTAMENTOS DE LOS DOCE PATRIARCAS, HIJOS DE JACOB TESTAMENTO DE NEFTALÍ Sobre la bondad natural 1 Copia del testamento de Neftalí, de lo que dispuso en el momento de su muerte, cuando tenía ciento treinta y dos años. Se reunieron sus hijos en el mes séptimo, el cuarto día, cuando aún gozaba de salud, y preparó para ellos un blanquete con abundancia de bebida. Al despertarse por la mañana, les dijo: —Me estoy muriendo. Pero no le creían. Alabó al Señor y les confirmó que tras el banquete, ya celebrado el día anterior, habría de morir. Comenzó, pues, a decir a sus hijos: —Escuchad, hijos míos, descendientes de Neftalí; escuchad las palabras de vuestro padre. Yo nací de Bala. Pero ya que Raquel había actuado astutamente y había dado Bala a Jacob en vez de ella misma, y porque mi madre me alumbró sobre las rodillas de Raquel... por todo ello fui llamado Neftalí. Raquel me amó porque había nacido sobre sus rodillas. Cuando yo era aún un muchacho tierno, me besaba y decía: «¡Ojalá pueda ver yo un hermano tuyo parecido a ti nacido de mi vientre!». Por eso José era semejante a mí en todo por las plegarias de Raquel. Pero mi madre es Bala —hija de Roteo, hermano de Débora, la nodriza de Rebeca—, que nació el mismo día que Raquel. Roteo era del linaje de Abrahán, caldeo, temeroso de Dios, libre y noble. Hecho prisionero, fue comprado por Labán, quien le dio como mujer a Ena, su sierva. Ésta le parió una hija a la que llamó Zelfa, según el nombre del lugar en que había sido hecho prisionero. Luego dio a luz a Bala y dijo: —Mi hija es mujer ansiosa de novedades, pues nada más nacer ya se apresura a mamar. 2 Puesto que yo era ligero de pies como un ciervo, mi padre Jacob me utilizaba como portador de noticias y mensajes. También me bendijo como a un ciervo. El ceramista conoce su vasija —qué capacidad ha de tener— y emplea para ello el barro apropiado: así el Señor fabrica el cuerpo a semejanza del espíritu y dispone éste según la fuerza de aquél. No hay desarmonía de uno respecto al otro ni en un pelo, pues toda creación del Altísimo está hecha según peso, medida y regla. El ceramista conoce el empleo de cada una de sus vasijas, para qué es apropiada; así el Señor conoce el cuerpo, hasta dónde se extenderá en lo bueno y hasta dónde llegará en lo malo. Pues no hay forma alguna ni pensamiento que no conozca el Señor: él ha creado a todo ser humano según su semejanza. Según su fuerza, así es su acción; según su mente, así sus realizaciones. Según su propósito, así su actuación. Como es su corazón, así también su boca. Como es su ojo, así su sueño, y como es su alma, así su palabra, según la ley del Señor o según la de Beliar. Como hay una división entre luz y tinieblas y entre la vista y el oído, así la hay entre un hombre y otro, entre una mujer y otra: no puede decirse que alguno sea igual a otro en apariencia y entendimiento. Dios ha hecho todas las cosas hermosas según un orden: cinco sentidos en la cabeza; a ésta va unido el cuello y el cabello como adorno; luego, el corazón para el entendimiento, el vientre para excreción del estómago, la tráquea para la salud, el hígado para la ira, la bilis para la amargura, el bazo para la risa, los riñones para la astucia, los lomos para la fuerza, las costillas para servir de recipiente (a los pulmones), la cadera para la potencia y así sucesivamente. Así pues, hijos míos, que todas vuestras obras se realicen para el bien dentro de un orden, por lo que no hagáis nada desordenado por desprecio ni fuera de su momento oportuno. Si ordenaras a tu ojo oír, no podría; así tampoco podréis hacer las obras de la luz en las tinieblas.