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http://www.davidporcel.com/textos/index201001.html La historia de la iglesia católica siempre ha estado hundida en el misterio, el miedo y la especulación. Muchos se conforman con lavarle los pies al cura, confesarse, flagelarse una vez al año y ver a sus sacerdotes dando misas por televisión, comulgando ciegamente con lo que parece ser un espectáculo más de la forma correcta de vivir. Muchos creen que la historia sagrada sucede como en las películas de la Semana Santa. Cada quién tiene derecho a creer en lo que quiera, pero no a imponérselo a los otros. Para Fernando Vallejo, el problema con la Iglesia no es que afirme que Dios existe y que tenga fieles en todo el mundo. El problema es que durante más de 1.700 años se haya dedicado a acumular tesoros, a profesar crueldades, a bendecir guerras, a condenar gente, a quemar libros, personas y animales. Su afán no es el de tantos best sellers que llenan los bolsillos de sus autores con sus conjeturas policiacas, que tanto descrestan a los incautos. Más que un escritor, Vallejo es un científico, un estudioso, un intelectual de verdad, que nuestro país no tuvo la decencia de acoger, a pesar de estar consagrado al Sagrado Corazón y de haberlo parido. Este ensayo transcribe documentos, desempolva y recupera de las cenizas de tantas hogueras a miles y millones de muertos de la fe, no solo católica, sino musulmana, judía y ortodoxa, todas con el mismo origen y todas con el mismo destino: la carnicería, la destrucción, el oscurantismo, la intolerancia y la barbarie. Vallejo escribe para que lo lean; aborrece los mamotretos. El texto es divertido y objetivo, lo que no excluye que el autor sea libre de opinar lo que le venga en gana. Sus argumentos son convincentes y contundentes donde pueden. El autor de novelas como la tan mentada Virgen de los sicarios (Alfaguara, 1998) o El desbarrancadero (Alfaguara, 2003), biógrafo de Silva y Barba Jacob, hace de su historia de la Iglesia un documento que se puede estudiar seriamente, sin conjeturas, magias ni interpretaciones ciegas y dogmáticas. La santa institución se ha acostado siempre con los poderosos, ha alcahueteado sus crímenes, fue amiga de Hitler, de Mussolini, quemó judíos, herejes y brujas. Vallejo no condena la religiosidad, condena a las instituciones provenientes de un credo que bendice la guerra y el dogmatismo asesino. Vale la pena leerlo. Agradezca que no lo quemen por comprarlo.