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Sermón del día domingo 18 de mayo de 2014 Iglesia Nacional Presbiteriana Príncipe de Paz Humbold #50, Centro, México D.F. 06040 Tel. (55) 5518-6114; (55) 5518-5900 http://inp-principedepazcentro.org Pbro. Edgar González Terán Lectura Bíblica: Antiguo Testamento: "Isaías 9:1-7" Nuevo Testamento: "Juan 6:25-59" YO SOY LA LUZ DEL MUNDO Juan 8:12-20 La declaración que Jesucristo hace de sí mismo nos remite a las palabras usadas por el autor de este evangelio en la introducción de su obra, específicamente al presentar al Verbo de Vida. En aquella ocasión le mostró como portador de la vida y la luz de los hombres (v.1.4); un poco más adelante explica que Él mismo es esa luz, con la capacidad y el propósito de alumbrar a todo hombre, ya que para eso vino a este mundo (1.9). Ahora en Juan 8.12 es Jesucristo mismo quien hace uso de estas palabras (luz y mundo) al hablar acerca de sí mismo. El hecho de que ambos conceptos se encuentren presentes en todas estas declaraciones nos permite comprender mejor la revelación divina acerca de nuestro Señor. No podemos interpretar la idea de la revelación divina sin considerar ambos conceptos en su íntima relación. Jesucristo es Luz. Si bien es cierto que esta palabra describe una parte de su naturaleza, no es todo lo que Él quiere decir acerca de sí mismo. Él desea mostrarse como la Luz del mundo, así revela también su propósito. Dicho en otras palabras: Él no sólo quiere mostrar lo que es, sino lo que es para otros, para esta humanidad caída. Así, con esta declaración tan sencilla y a la vez profunda, está predicando el evangelio cuyo centro es Él mismo. Pero no es todo. Nuestro Señor profundiza un poco más y nos deja conocer el beneficio que Él imparte exclusivamente a sus discípulos. Este beneficio está íntimamente relacionado con lo que acaba de revelar acerca de sí mismo: sólo aquellos que le siguen dejan de andar en tinieblas, porque son quienes reciben la luz de la vida. -CSM Emmanuel Castillo Robles