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Sermón del día domingo 8 de junio de 2014 Iglesia Nacional Presbiteriana Príncipe de Paz Humbold #50, Centro, México D.F. 06040 Tel. (55) 5518-6114; (55) 5518-5900 http://inp-principedepazcentro.org Pbro. Edgar González Terán Lectura Bíblica: Nuevo Testamento: "Juan 11:17-27" YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA Juan 11:25 Cuando el Señor Jesús le dijo a Marta que su hermano resucitaría, ella contesto que sabía que lo haría, sin lugar a dudas pero en el tiempo postrero, o sea a final del tiempo. La respuesta de Marta da lugar a una de las declaraciones más importantes en el cuarto Evangelio. Juan registra siete afirmaciones "Yo Soy", la primera en 6:35 y la séptima aquí. La expresión es enfática por su ubicación en la frase y por el empleo del pronombre personal. Describe el "ser eterno" de Cristo, quien es "el Alfa y la Omega...el que es, y que era y que ha de venir" (Ap. 1:8). Este escrito de Juan algunos lo llaman "Evangelio dela vida" por el énfasis del tema y por sus 36 referencias. Así el tema de "la vida" corre otra vez del evangelio como un hilo dorado, pero es la primera vez que Jesús declara explícitamente que él es la vida, aunque luego lo repita (14:6). Nótese que no dice que la resurrección es una realidad o que él resucita a los muertos, si no que él mismo, su persona, es la fuente, poder y autoridad para ella. Nótese también que la vida sigue a la resurrección tanto en el sentido físico como el espiritual. La v ida se refiere a la vida eterna que solo Cristo ofrece a los que creen en él. La implicación es que en el momento en que una persona muera, al instante vivirá, es decir, su lama no quedara en la tumba hasta el fin de siglo, como enseñaban los fariseos y como algunos hoy en día hablan del "sueño prolongado del alma". Jesús amplía su declaración prometiendo vida eterna no solo a "el que cree" (v.25) sino a todo aquel que vive y cree, es decir, el Evangelio es para los que cumplen con la condición establecida. La promesa no es que no morirá físicamente, sino que no morirá para siempre, refiriéndose a la muerte eterna. Luego, Jesús dirige una pregunta personal a Marta: ¿crees esto? Las verdades eternas que Jesús estaba anunciando no eran meras doctrinas abstractas para discutir en el sillón cómodo del filósofo o del teólogo, sino eran realidades de vida que uno debe abrazar, atesorar y aplicar a la vida diaria. Marta no demora (v.27) en contestar afirmativamente la pregunta sobre su creencia en la resurrección que solo Cristo ofrece, pero sigue mucho más adelante a confesar su fe en Jesús mismo. ¿Nosotros creemos esta verdad también?